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La gestión del patrimonio

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Esta era una revisión de resultados de medio año, la cosa no venía bien, en realidad se venía de tres meses negativos y el resto del mercado no se había comportado así, de pronto se oyó la voz de un accionista señalando al Gerente General y Gerente Financiero:

“Su deber es hacer que el patrimonio crezca o, por lo menos, se mantenga; no disminuirlo.”

El conocer esta frase me generó una profunda reflexión que ahora comparto, respecto al patrimonio, no solo como una cifra en el estado de situación financiera, sino como un indicador del valor económico, estratégico y emocional que representa la empresa para los accionistas.

¿Qué significa gestionar el patrimonio en la empresa?

En los inicios de la empresa, el patrimonio refleja el compromiso fundacional de los accionistas. Es la evidencia tangible de cuánto apostaron por el proyecto y en qué proporción. Es la “piel en el juego” que define no solo la participación accionaria, sino la confianza inicial en el modelo de negocio.

Con el tiempo, al madurar la empresa, el patrimonio evoluciona: puede modificarse por el ingreso o salida de accionistas, por capitalizaciones o reestructuraciones. Este dinamismo exige un registro claro y actualizado de la tenencia accionaria, condición esencial para cualquier distribución futura de dividendos o toma de decisiones estratégicas.

¿Cómo se hace crecer el patrimonio?

La vía más sostenible para fortalecer el patrimonio es mediante la generación de resultados positivos, lo cual exige una gestión eficiente y disciplinada orientada a:

  • Incrementar las ventas, propiciar ventas más rentables
  • Optimizar costos: de producción, de ventas y administrativos
  • Mejorar márgenes clave como el margen bruto, margen neto y el EBITDA
  • Maximizar el ROI

Aquí, la gestión financiera se alinea con la visión estratégica: cada punto de margen ganado, cada sol ahorrado o invertido con criterio, puede traducirse en valor patrimonial para los accionistas.

La siguiente pregunta es: ¿Y qué hacer con los resultados?

Un momento clave en la gestión patrimonial es decidir qué hacer con las utilidades generadas:

  • ¿Reinvertir en la empresa?
  • ¿Distribuir dividendos?
  • ¿Construir reservas?

Optar por mantener las utilidades retenidas puede dar mayor solidez financiera, liquidez operativa y capacidad de inversión futura, pero también exige explicar al accionista por qué ese sacrificio inmediato puede ser rentable en el mediano plazo. En algunas empresas familiares, estos montos retenidos representan una parte muy relevante del crecimiento patrimonial acumulado.

¿Por qué importa tanto?

Un patrimonio creciente es sinónimo de mayor valor empresarial:

  • Mejora la capacidad de atraer inversión externa.
  • Eleva el valor de mercado de la compañía.
  • Fortalece el balance y mejora la percepción de salud financiera.

De allí la fuerza del mandato: «Por lo menos, no disminuirlo (el patrimonio)». Porque más allá de los números, el patrimonio encierra la historia, el esfuerzo y las expectativas del accionista.

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El desafío de la gestión patrimonial

Sabemos que las empresas están expuestas a múltiples variables externas —mercado, regulación, tipo de cambio, contexto político— que escapan del control gerencial. Pero es precisamente en esos momentos cuando la gestión del riesgo, la planificación financiera y la toma oportuna de decisiones pueden evitar daños mayores. Reducir la pérdida, proteger la rentabilidad, o sostener el flujo de caja ya es, en sí mismo, una forma de defender el patrimonio.

Gestionar el patrimonio no es solo una función contable. Es una tarea estratégica de la gerencia que combina visión, anticipación, prudencia e inteligencia financiera. Implica tener presente, en cada decisión, que lo que está en juego no es solo un balance, sino el valor de largo plazo que los accionistas han confiado a la gestión.

Al final del día, los buenos gerentes no solo administran recursos, sino que cuidan y hacen crecer el legado que representa el patrimonio empresarial. Y eso comienza con una convicción clara: Hacer crecer el patrimonio no es una opción, es una responsabilidad.

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